127 Horas

127 Hours (2010)

Curiosidades

Además de rodar en el auténtico Blue John Canyon, la diseñadora de producción y de vestuario Suttirat Larlarb reconstruyó también en un plató el espacio de pocos centímetros de anchura donde Ralston quedó atrapado, lo que aportó mayor flexibilidad y seguridad a la hora de rodar durante un período prolongado. Para que el diseño fuera absolutamente fidedigno, el equipo delimitó cada uno de los contornos del terreno y construyó a escala las arqueadas paredes del cañón así como la roca de más de 360 kilos de peso que mantuvo prisionero a Aron.
Hoy conocido principalmente por aventureros escaladores, montañeros y especialistas en descenso de cañones, Blue John está tan lejos que un helicóptero tenía que transportar al reparto y al equipo técnico y de realización una y otra vez, pasando luego la noche en un campamento ubicado en plena naturaleza.
El hecho de trabajar con dos unidades de fotografía principal conllevó un excepcional reto de logística, pero Colson dice que también supuso una oportunidad. "Resulta emocionante que no se haya llevado a cabo anteriormente. Danny desarrolló la idea al principio del proceso y todos tuvimos que ponernos rápidamente al día", afirma Colson. "Descubrimos que las ventajas eran inmensas. Nos permitía reducir el calendario de rodaje y, al mismo tiempo, aprovecharnos de una mayor cantidad de energía creativa. La posibilidad de comprimir el tiempo de rodaje también implicaba mayor frescura en la interpretación de James. Todo el mundo sentía sus energías renovadas constantemente ya que con cada director de fotografía las formas de captar esa experiencia eran totalmente nuevas".
"Decidimos utilizar dos directores de fotografía, Anthony Dod Mantle, que filmó "Slumdog Millionaire", y Enrique Chediak, que filmó "28 Semanas después", porque necesitábamos múltiples puntos de vista y porque la cámara, en cierto sentido, compensa el hecho de que haya muy pocos personajes en la película", explica Boyle. Boyle prosigue, "Las personalidades de Anthony y Enrique son en sí mismas muy interesantes, y su estilo es completamente diferente. Enrique posee una sensibilidad muy sudamericana y el estilo de Anthony es más del Norte de Europa. Lo que hicimos fue proveer a cada uno con tres tipos de cámara –cámara tradicional, cámara digital y cámara fotográfica–, lo que nos permitió trabajar con un metraje enormemente diverso. Ambos filmaron imágenes hermosas e intensas, de modo que había la impresión de un cambio constante, la impresión de que Aron estaba inmerso en una gran aventura, incluso cuando se movía escasamente unos centímetros".
Amber Tamblyn señala que el rodaje de la película fue "físicamente una locura, escalando, corriendo y sudando continuamente". Pero también dice: "Ha sido el logro de mi vida, conseguir trabajar con un maestro de la dirección en un lugar tan espectacular del país como éste. Kate y yo teníamos que crear una atmósfera agradable, divertida y despreocupada al principio del filme, algo que pareciera totalmente natural pero que también fuera tan inolvidable que después se convirtiera en algo realmente importante para Aron. Y eso resultaba muy interesante".
"Cuando sólo cuentas con unos pocos personajes secundarios, el interés por ellos es mayor emocionalmente, y de eso éramos muy conscientes", dice Colson. "Me gusta especialmente que Amber Tamblyn y Kate Mara, interpretando a las dos chicas que Aron se encuentra al principio de su aventura, tengan una actuación tan divertida y luminosa. Incluso aunque parezca que el momento que comparten con Aron es muy breve, retrospectivamente adquieren una importancia inmensa porque representan el último recuerdo de auténtico contacto e intercambio con otro ser humano y en un sentimiento absolutamente vivo".
Para meterse aún más en el papel, Franco se entrenó en un gimnasio de escalada y perdió peso hasta lograr un físico estilizado y propio de un amante de la naturaleza como Ralston. Leyó algunos libros sobre grandes escaladores y aventureros de la montaña, y también se preguntó internamente si realmente habría sido capaz de hacer lo que hizo Aron para sobrevivir. "Pensé en lo drástico de sus circunstancias, se trataba de la vida o la muerte", dice Franco. "A mí la sangre me impresiona mucho, incluso cuando voy al médico, pero, evidentemente, en esa situación tendría que superarlo. Me gusta pensar que habría intentado algo y que no me habría quedado allí simplemente esperando".
Fue la manera poco convencional de enfocar la película de Boyle lo que estimuló a Franco a continuar incluso cuando las exigencias de producción le mantenían agónicamente inmóvil y tiritando dentro de un gélido cañón, día y noche.
Hablar directamente a una cámara de video en vez de mantener los habituales diálogos cinematográficos fue algo que Franco también tuvo que asimilar. "Parecía casi un antiguo monólogo de Shakespeare, donde te diriges al público directamente", señala el actor. "Era algo inusual en una película".
Franco pudo comprobar en sí mismo la visión de Boyle cuando la llevó a cabo manteniendo al actor, a veces hasta un grado alarmante, dentro de un espacio sumamente estrecho, incómodo y casi desquiciante durante casi todo el rodaje. Franco estaba tan comprimido en el interior del decorado réplica del cañón que al finalizar el rodaje estaba lleno de magulladuras, sarpullidos y marcas. "Fue un rodaje agotador desde el punto de vista físico", admite el actor. "Pero eran unas circunstancias muy interesantes de recrear y Danny es un director sorprendente. Es una persona muy vital y apasionada, pero siempre obtiene lo que quiere".
"También era excepcional porque realmente no tenía que interactuar con otros actores en la mayor parte de la película. Me gusta trabajar con otros actores, pero esto era algo totalmente inusual y suponía todo un reto. El foco de atención era totalmente diferente. Fue como si tuviera que aprender a actuar con lo que había a mi alrededor, con las rocas, con el cañón, con la cámara", comentó Franco.
A Franco le interesó mucho el papel desde la primera vez que oyó hablar del proyecto, pues no se parecía en nada a lo que había hecho anteriormente. "Una de las razones para querer hacer este personaje era que está construido a base de muchos pequeños momentos privados, esos momentos que todos tenemos cuando estamos absolutamente solos", afirma el actor. "Pensé que era una parte de mí que comprendía muy bien y que podía aprovechar. La historia trata básicamente de un hombre que se enfrenta a su propia muerte y reflexiona sobre cómo volver a la vida; es una situación muy humana que no creo que se haya explorado mucho en otras películas antes. También pensé que era una extraordinaria oportunidad para contar una historia a través de breves acciones físicas y de los personales soliloquios que Aron mantiene cuando habla a su cámara de vídeo. Era muy distinto a la mayoría de los personajes que he interpretado".
"Vimos juntos el vídeo que yo había filmado, mi testamento y mi última voluntad, que pensé que iba a ser la forma de despedirme de mi familia y amigos. También reproduje para James algunos detalles, como las posiciones corporales que adopté mientras permanecía allí tanto tiempo, e incluso le mostré cómo cogí el cuchillo exactamente cuando me hice el corte en el brazo", comenta Ralston.
La elección de James Franco para interpretar el papel protagónico entusiasmó al propio Ralston. "Me alegró mucho saber que alguien con esa capacidad dramática fuera a hacerlo. Como ya le había visto en otras películas, sabía que a James le gusta meterse de verdad en los personajes que interpreta", dice Ralston.
Boyle quería a alguien que comprendiera personalmente al individuo Aron, alguien apasionado por la naturaleza y con tendencia al riesgo pero también a la autorreflexión. Todas estas cualidades, junto con el talento actoral requerido, parecían combinarse perfectamente en James Franco.
Ralston siempre se sentirá sobrecogido por la experiencia y por cómo eso lo cambió todo y afirma: "Marcó un punto de inflexión. Mi vida se divide en un antes y un después de ese día en Blue John Canyon. Ha supuesto una de las mayores bendiciones que yo pueda recibir jamás".
Actualmente con familia propia, Ralston dice que cree que todo en su vida le condujo hasta ese singular y decisivo momento. "Siempre sentí una atracción especial por experimentar el límite entre la vida y la muerte, y aquello representó el punto culminante”, afirma. “En cierto modo, yo pienso que estaba destinado a extralimitarme en algún lugar, ya fuera una montaña, un río o un cañón. Al mismo tiempo, lo bueno fue que lo que había hecho en mi vida, la gente que había conocido, todo en ese momento se convirtió en un recurso, algo de lo que podía aprovecharme para conseguir sobrevivir y, después, renacer".
La película trajo a Ralston de vuelta a Blue John Canyon en una fecha especialmente trascendente: el séptimo aniversario de caer atrapado. "Estar allí precisamente en el aniversario fue, evidentemente, algo muy especial para Aron, y yo creo que ese grado de autenticidad aportó un valor añadido a la textura de la película", afirma Colson. A Ralston la experiencia casi le dejó sin palabras y, callada e íntimamente, se tomó un momento para agradecer la roca, el cañón, todas las maravillas de la vida que había disfrutado desde aquel inesperado día que le transformó. "Fue algo muy personal", afirma. "Parecía evidente que iba a morir en aquel sitio, pero cuando salí de allí, volví a nacer. Una vida terminó y otra empezó. Para mí fue muy especial el rodaje en Blue John Canyon justo en ese momento, precisamente en la semana que conmemoraba mi renacimiento. Me recordaba que un final puede ser también un principio".
Para Ralston fue algo cruel y surrealista contemplar la experiencia más profunda de su vida recreada por James Franco y el resto del equipo, estando presente en el set de rodaje mientras el actor revivía todo lo que él había visto y sentido en esos seis días. "Fue como si en el año 2010 pudiera volver atrás, hasta 2003, y verme a mí mismo escapando del cañón", dice Ralston.
El tipo de enfoque que Boyle proponía para la película era la única manera que Ralston podía imaginar para reflejar esos seis días en la gran pantalla. "Yo me encontraba solo, pero intentaba conectar de nuevo con mis seres queridos a través de recuerdos, fantasías e incluso experiencias extracorpóreas. Experimenté casi un viaje alucinógeno mientras me iba deshidratando, privando de dormir y desesperando aún más. Precisamente todas estas cosas me fueron quitando las capas mentales que tenía hasta que sólo me quedó la conexión emocional", dice Ralston. "Danny era ciertamente capaz de mostrar en la película todo lo que experimenté".
"Aron se veía a sí mismo como un solitario, sin embargo, lo que le hizo volver a la vida fue la manada, el rebaño, la comunidad. En mi opinión, ésa es la idea principal de la película. ‘Necesito ayuda’, dice Aron cuando por fin se encuentra con sus rescatadores, casi terminando el filme. Sí, la necesita. Todos la necesitamos. Por eso vivimos en grupo", afirma Boyle.
Ralston proporcionó a los realizadores una gran cantidad de información que les permitió recrear muchos de los increíbles detalles físicos de su lucha por la supervivencia, desde cómo dispuso las cuerdas para poder dormir hasta cómo le salvó su propia orina de morir de sed. "Queríamos reflejar escrupulosamente la realidad del confinamiento de Aron", señala el productor Colson. "Por tanto, recreamos fielmente lo que Aron llevaba en la mochila, la cantidad exacta de agua que tenía, cómo era la hoja de su cuchillo, todos los pequeños detalles que formaron parte de su estrategia de supervivencia. Pensamos que no podíamos, ni debíamos, alterar esos elementos".
Sin omitir nada en absoluto, Ralston compartió también con los realizadores los "mensajes" profundamente personales que grabó en vídeo mientras estuvo atrapado en el cañón, con el deseo de transmitir sus sentimientos a su familia y amigos en caso de que llegara a fallecer allí.
Ralston también mantuvo una relación muy estrecha con el guionista Simon Beaufoy, con quien llegó a escalar las altas montañas de Colorado. "Mientras ascendíamos charlábamos sobre mi experiencia como escalador", recuerda Ralston. "El propio Simon es un gran amante de la naturaleza, por tanto, manteníamos unas conversaciones muy interesantes, y yo pienso que logró entender algunos aspectos de la historia que son realmente importantes".
Al principio, Ralston no tenía mucha confianza en la visión, ligeramente más imaginativa, de la historia que pretendía contar Boyle. "Fue algo emocionalmente difícil para mí, porque aunque era consciente de que estábamos haciendo una película, me resistía a apartarme de los hechos propiamente dichos", admite Ralston.

Autores, bibliografía: Tepasmas